02 julio 2010




HAY UNA MUJER
En mi cama hay una mujer que no habla,
una mujer sin lengua ni palabras,
una mujer que no toca, inexperta
sin manos ni sentido
una mujer no blanca, no negra y no colorada,
una mujer descolorida transparente, impermeable
una mujer vestida sin formas ni geografías,
sin escote ni minifalda,
una mujer impenetrable, sin huecos ni sustancia,
una mujer separada de la tierra, con los dedos mugrientos
de sueños, en mi cama hay una mujer lejos del deseo
y de la carne, del orgasmo y la sicología.
Una mujer sin silbatos de tren,
escapada de la cárcel del destierro, solitaria,
ancha de muslos y de caderas flacas,
una mujer estrecha sin sexo ni estrías,
una mujer de tacos aguja y ojos en miniatura,
de ochavas incestuosas y mala praxis en cariño,
una mujer de pies larguísimos y uñas pintadas,
de juguetes escondidos y dedos prohibidos,
una mujer de espejos velados,
de charcos pisados,
de viajes en círculos,
de veredas a las tres de la mañana.
Todo está quieto lejos de ella,
los desnudos duermen entre las miradas
de la quietud que mece el hambre de las calles,
un niño arroja un puñado de árboles a las palomas que,
en todas partes, lloran inviernos,
los ojos de los ciegos cazan las sombras mientras
la blanca mano de mujer toca mi virilidad
y susurra palabras en idioma indescifrable y hermoso
.

1 comentarios:

Meri Pas Blanquer dijo...

Me encanta este poema, surrealista y demoledor.