20 julio 2010

Las palabras dijiste



El amor dijiste tiene que estar
ante los ojos,
no sobre ni detrás ni tan siquiera
en las antípoda de algún romántico empedernido
que castigue una flor
en la cara de una adolescente.
En la proa de una nave dijiste
en el profundo abismo de un mendigo
que empeñe su soledad
y su hastío devorado al primer sol.
En los campos de los labriegos dijiste
cuando pediste secretos y vagas verdades
en esos verdes imposibles de ocultar
bajo el cemento inpoético.
En las plazas, en las ferias de artesanos dijiste
Y fuiste a tirarle piedras a las estatuas vivientes,
echaste gasolina en las pies de los niños
sin pensar en las manos de tu madre.
Amortad, amorito, amoratado dijiste
y en esos juegos de palabras
creíste hacer un poema
de trazo negros y estuche de terciopelo.
Pequeños paraísos en recuerdos de amores dijiste
y te reíste de las palabras y las formas de nombrar a los enamorados
y todo, todo lo que lograste es que tus muertos no puedan
hacerte oír en tu cruz de Jesús falso
tan siquiera una vez,
amor...

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